Por Macarena Morales Barrientos

Hace unos días conocimos una noticia sobre posibles efectos del ayuno intermitente. De acuerdo al estudio las personas que limitan su alimentación a menos de 8 horas tienen un 91% más probabilidades de morir de enfermedades cardiovasculares, indica la investigación dada a  conocer en Chicago y lo realizó el jefe de epidemiología de la Escuela de Medicina de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, China.

Es acá donde me quiero detener. Primero con el llamado a la responsabilidad sobre titulares que pueden inducirnos a creer por cierto hechos que no necesariamente lo son, sabemos que la lucha por la atención nos lleva a la tentación de buscar la mejor manera de atraer lectores o auditores, pero que eso no signifique satanizar ni crear prejuicios sobre herramientas que pueden tener factores positivos para nuestra salud.

Sin ir más lejos, hace pocos días tuve la fortuna de estar, gracias al Programa de Periodismo y Storytelling para las Políticas de Salud del Latin America Leadership de la Universidad de Georgetown en la OPS conociendo las preocupaciones de salud que hay en América Latina, donde una de ellas son las enfermedades no transmisibles como: Enfermedades cardiovasculares, Cáncer, Diabetes, etc. La doctora  Roberta Caixeta, Asesora Regional, Vigilancia, Prevención y Control de las Enfermedades No Transmisibles indica que revisten una gran preocupación y que la actividad física insuficiente, el sobrepeso y obesidad aparecen en el tope de los factores que impulsan el desarrollo de estas enfermedades, principal causa de muerte en la región.

¿Qué tiene que ver esto con el ayuno? Mucho, ya que varios médicos han llamado a la responsabilidad con estudios como este, no con el afán de no darlos a conocer más bien poner en contexto el cómo fue realizado y qué grado de realidad puede tener un estudio observacional ya que comprobado está que el ayuno intermitente, el alimentarnos entre ventanas, es una herramienta que tiene un impacto positivo no solo en la pérdida de peso, además, en el mecanismo de la autofagia, proceso natural de regeneración que ocurre en nuestro cuerpo a nivel celular, como bien lo estudió el científico japonés Yoshinori Ohsumi ganador el premio Nobel el 2016 por esta investigación.

Hoy en día pareciera que el ayuno “está de moda” como herramienta para revertir las alzas de peso, es que nos acostumbraron a comer cada 3 horas y nos convencieron que el des-ayuno a primera hora de la mañana es “la comida más importante del día”. El ayuno va en la dirección contraria y no es nuevo para nuestra biología. Nuestros ancestros vivían en la escasez, fuimos cazadores-recolectores y no siempre el alimento estaba a disposición. Es la vida moderna la que nos hizo dependientes de la comida, procesó “alimentos” y nos hizo comer a cada rato, las consecuencias están a la vista. Aunque de alguna manera todos ayunamos, solo que hay personas que pueden extenderlo, aprovechando los beneficios que puede generar.

El objetivo de este espacio no es fomentar el ayuno, ya que cuando hablamos de salud la fórmula no es exacta, cada cuerpo es distinto, sus necesidades también y las decisiones deben ser guiadas e informadas. El llamado de este espacio es a ser reflexivos, a entender la crisis de salud, esa pandemia silenciosa que es la obesidad es la que realmente nos está matando, es a tomar en cuenta que la mala alimentación destruyó nuestra microbiota (el segundo cerebro) generando impactos negativos en nuestra salud mental. Es entender que si no tomamos atajo, cerca de la mitad de la población mundial (43% según el Atlas de la obesidad) sufrirá esta enfermedad de acá al 2035 más que dejarnos caer por un clickbait, asumir como realidad un estudio preliminar y satanizar una herramienta que bien asesorados y guiados puede ser de mucha utilidad para nuestro bienestar. 

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