Un reciente estudio ha arrojado nueva luz sobre los peligros que enfrentan los jugadores de rugby en lo que respecta a la encefalopatía traumática crónica (CTE).

La CTE, una enfermedad cerebral degenerativa, la cual se cree que se desencadena por repetidos golpes en la cabeza que dañan los tejidos cerebrales. Aunque solo se puede diagnosticar después de la muerte, se manifiesta en etapas posteriores de la vida con síntomas como problemas de memoria, cambios de humor, depresión y demencia.

El estudio impulsado por el Centro CTE de la Universidad de Boston reveló que el riesgo de desarrollar CTE se relaciona directamente con la duración de la carrera de rugby de un jugador.

Cada año adicional en el deporte aumenta el riesgo en un 14%.

Sorprendentemente, incluso los jugadores amateur se encuentran en peligro. De los 31 exjugadores de rugby cuyos cerebros se donaron para la investigación, aproximadamente el 68 por ciento presentaba signos de CTE post mortem.

Lo que hace que este estudio sea aún más inquietante es que se descubrió que las conmociones cerebrales no son el único factor desencadenante. Incluso aquellos que no informaron conmociones cerebrales tenían CTE, sugiriendo que la cantidad de golpes en la cabeza, incluso los considerados “leves”, a lo largo de una carrera deportiva, pueden tener un impacto significativo en la salud cerebral.

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Expertos en el campo subrayan la importancia de tomar medidas preventivas para reducir tanto la cantidad como la fuerza de los impactos en la cabeza en deportes de contacto, como el rugby. El llamado es a proteger a los jugadores y prevenir la CTE, una enfermedad que se considera prevenible.

Este estudio se suma a la creciente evidencia sobre los riesgos que conlleva la práctica de deportes de contacto, no solo para atletas profesionales, sino también para amateurs.

La CTE sigue siendo un desafío grave y se necesitan cambios en la forma en que se practican y juegan estos deportes para reducir el riesgo de desarrollar esta devastadora enfermedad. La seguridad de los deportistas es esencial para garantizar que el espíritu competitivo no deje secuelas irreparables en su salud.

El estudio fue publicado en la revista Springer Link.

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