A nivel global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó que en 2018 la pérdida auditiva afectó a más de 466 millones de personas, siendo el 93% adultos, cifras que se espera aumenten a 900 millones para el 2050.

Este problema se le conoce como hipoacusia y produce una disminución de la sensibilidad auditiva. Existen diferentes tipos de este padecimiento, dependiendo de qué sector de la vía auditiva se vea afectado:

  • La clasificación más común es hipoacusia de conducción, que se refiere a una afectación en oído externo o medio
  • La hipoacusia sensorioneural, en la que existe una alteración en el oído interno compuesto por la cóclea y/o el nervio auditivo.
  • La hipoacusia mixta, asociada a una alteración en oído externo o medio y/o interno.

Se estima que en Chile la prevalencia de hipoacusia o pérdida auditiva es de un 32,7%, según la Encuesta Nacional de Salud realizada en 2010. En el 2015, en tanto, el Servicio Nacional de la Discapacidad consideró la pérdida auditiva como la tercera causa de discapacidad, estando presente en el 31,4% de adultos en situación de discapacidad.

El Dr. Carlos Stott, jefe del servicio de Otorrinolaringología del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, explicó a Prensa UChile que el sistema auditivo se va deteriorando a medida que la persona va envejeciendo y que “la severidad de esta pérdida puede acrecentarse, dependiendo de los determinantes de salud de la persona. Dentro de estos factores se encuentran la exposición a ruido, la salud general, los antecedentes de enfermedades de oído, como la otitis, la educación y el nivel socioeconómico”.

“Se ha observado que la hipoacusia es más prevalente en hombres, lo cual se explicaría porque se desempeñan en ambientes laborales con mayor exposición a ruido y también porque consultan menos al médico y pesquisar tempranamente un daño en la audición es más difícil”, agregó el experto en otología.

La pérdida auditiva puede verse afectada también por un trauma acústico, el que podría ser de tipo agudo o crónico. El más conocido y consultado a los especialistas es el trauma agudo, que es la exposición a ruidos muy fuertes como, por ejemplo, una explosión o un sonido demasiado intenso, definido por sobre los 120db.

Este trauma también se puede dar en un concierto, lo que generaría un daño en el odio interno que algunas veces podría recuperarse, pero también podría significar secuelas auditivas permanentes.

No osbtante, para Stott la correcta higiene y el cuidado que debemos tener con nuestros oídos es algo primordial. No debemos ingresar hisopos o pretender limpiar su interior. Lo correcto es limpiar por fuera solamente el pabellón auricular sin ingresar ningún objeto a los oídos.

De igual forma, acudir al especialista cuando comenzamos a sentir baja audición es importante, ya que podríamos llegar a prevenir una enfermedad a largo plazo.

La hipoacusia en Chile y el mundo

A nivel global, se ha observado que nacen con esta enfermedad entre uno a tres niños vivos por cada mil. De ellos, cerca del cincuenta por ciento presenta factores de riesgo y el resto no tiene antecedentes médicos ni familiares para sospechar pérdida auditiva. Muchos de estos pacientes, además, pueden ser catalogados como “sordomudos” a raíz de la pérdida auditiva a temprana edad.

Al respecto, la fonoaudióloga Javiera Herrada, especialista en terapias audiológicas, aseguró que no existen las personas sordomudas, ya que “el término sordomudo se da como una idea equívoca de que una persona que nace con hipoacusia no puede hablar, considerando que décadas atrás los niños que nacían con pérdida auditiva no tenían acceso a ayudas auditivas como audífonos o implante coclear”.

De acuerdo a la experta, en la actualidad si una persona tiene hipoacusia y utiliza como lengua principal la lengua de señas, se la denomina persona sorda, es decir, “persona que se identifica con la cultura sorda”

El screening auditivo neonatal es el examen que puede detectar tempranamente a aquellos infantes que nacen con hipoacusia, de forma que el diagnóstico y el tratamiento se puedan realizar oportunamente. Esto implica que las familias pueden tomar alternativas de abordaje para sus niños de manera temprana, favoreciendo el pronóstico.

Por esta razón, se torna fundamental contar con programas de screening auditivo que contemplen la evaluación de todos los recién nacidos en los centros de salud.

Implante coclear: dispositivo eficaz para personas con sordera de nacimiento o adquirida

Implante coclear. Wikimedia Commons.

El implante coclear es un dispositivo electrónico que actúa como una prótesis del oído interno, particularmente de la cóclea (estructura en la cual se encuentran las células ciliadas, que son las encargadas de enviar la información al nervio auditivo).

El dispositivo envía señales eléctricas a la vía auditiva, la que cuenta con una guía de electrodos insertos en la cóclea y la bobina interna. Los componentes externos del implante son el procesador de sonido y una bobina externa, más conocido como antena.

Su funcionamiento está dado por un micrófono que capta la señal acústica, la que se transforma en una señal digital a la cual se le aplica una estrategia de codificación. Esta nueva señal codificada es enviada a través de radio frecuencia a la bobina receptora, que transforma la señal en pulsos eléctricos, los que son enviados a través de los electrodos al nervio auditivo. Por último, este envía la información a la vía auditiva superior para que el cerebro decodifique las señales como sonido.

Sobre este punto, el Dr. Carlos Stott señala que “en los adultos con hipoacusia poslocutiva ─personas que perdieron la audición después de adquirir lenguaje oral— el proceso de recuperación de la audición es más corto, ya que la vía auditiva fue estimulada a temprana edad. Sin embargo, incluye desafíos en otros aspectos, como lo es el manejo de expectativas y tolerancia a la frustración”.

Entre los requisitos para ser candidato a implante coclear es fundamental que no exista “deprivación auditiva”, es decir, que exista uso previo de audífonos o que la deprivación auditiva tenga un máximo de siete a ocho años.

Otros criterios necesarios son la presencia de nervio auditivo, el no beneficio con uso de audífonos, expectativas adecuadas sobre los beneficios del implante coclear y salud compatible para una intervención quirúrgica.

Luego de la cirugía, muchas personas van mejorando su calidad de vida. En ese contexto, la psicóloga Andrea Holmes, especialista en pacientes con pérdida auditiva, señaló que “la pérdida de audición genera una serie de consecuencias físicas, psicológicas y sociales. La dificultad para seguir una conversación y participar de situaciones sociales o laborales, en general, puede traer diversas consecuencias”.

Los resultados de la cirugía, por otra parte, no siempre son los esperados o no llegan de inmediato. Es por eso que la profesional enfatiza en la importancia del manejo de expectativas.

¿Cómo es el coaching y apoyo a los padres?

La fonoaudióloga Anna María Morris, especialista en trastornos del lenguaje, puntualiza que el trabajo junto a los padres de menores implantados “es un proceso que facilita el aprendizaje y el desarrollo de competencias, debido a que la terapia auditiva es una intervención temprana basada en la familia, donde se requiere la colaboración entre los padres y los profesionales para facilitar el desarrollo del lenguaje a través de la audición”.

Para la fonoaudióloga Javiera Herrada, en tanto, la rehabilitación auditiva es un paso fundamental en el proceso de volver a escuchar. “En promedio, los pacientes requieren de al menos seis meses después de la cirugía para poder mantener una conversación sin apoyo de lectura labio-facial en entornos tranquilos. Sin embargo, el objetivo es que las personas puedan desempeñarse en distintos entornos (…)”, explicó.

El implante coclear se encuentra cubierto por la Ley Ricarte Soto en el programa N°15 de hipoacusia sensorionural bilateral severa o profunda postlocutiva, la que garantiza el implante coclear unilateral, el recambio de accesorios según vida útil y el reemplazo del procesador cada cinco años.

En el Hospital Clínico de la Universidad de Chile el programa se inició en 2006. Desde entonces, han podido acceder al implante coclear más de cien personas de todas las edades. Cabe destacar, además, que desde la incorporación de la Ley Ricarte Soto hubo un aumento de personas que han podido obtener esta ayuda auditiva, siendo 41 los nuevos implantados, de los cuales cinco ya han podido acceder al recambio del procesador.

Para acceder a ella se debe consultar con un especialista otorrinolaringólogo, quien debe solicitar los exámenes correspondientes para iniciar candidatura:

  • Audiometría
  • Evaluación fonoaudiológica
  • Evaluación psicológica
  • Tomografía axial computarizada de oído y en algunos casos también resonancia magnética

Los pacientes que accedan a través del sistema público deben acudir a su CESFAM para solicitar la derivación al servicio de otorrinolaringología en su hospital de referencia y comenzar con el proceso.

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