Más de alguno se ha preguntado, al menos una vez “¿De dónde vengo?“. Esta pregunta puede referirse a cuál es nuestra línea genealógica, o en algunos casos, cuáles fueron las especies previas al ser humano que finalmente terminaron transformándose en nosotros. 

Lo cierto, es que a pesar de que haya personas ignorantes que crean que algunas etnias son más puras o mejores que otras, todos descendemos de las mismas criaturas.  Es por lo mismo que tenemos rasgos que pertenecen a algunos de nuestros ancestros que vivieron hace miles (y en algunos casos), millones de años atrás. 

¿Qué rasgos mantenemos de nuestros ancestros?

En el campo de la biología existe un término llamado “homología”. Esto se refiere a las similitudes estructurales de los descendientes de una especie que comparte ancestros comunes. Un ejemplo de esto es la mano humana, el ala de un murciélago y la aleta de una ballena; todas cuentan con estructuras similares, a pesar de que estén especializadas para diferentes hábitats.

Esto hace que nos preguntemos qué tan atrás tenemos que ir para encontrar qué es lo que realmente nos hace humanos. El ancestro más antiguo de la humanidad es Lucy, quien vivió hace 3 millones de años (Australopithecus afarensis); mientras que el primer Homo Sapiens se encontró hace tan solo 300 mil años. 

Lo que es cierto, es que todos los humanos somos bípedos. Casi todas las partes de nuestro cuerpo se adaptaron para dejar de andar en 4 patas. De hecho, los fósiles demuestran que apenas nos paramos, nos volvimos más inteligentes. He ahí un rasgo común: Un esqueleto bípedo.

Pero eso no es todo. Según reportó ScienceAlerttodos los humanos contamos con grandes orificios en el cráneo (además de las cuencas oculares): llamados fenestrales. Una ubicada a cada lado del cráneo; lo que nos conecta con nuestros ancestros de hace más de 300 millones de años. Los animales que cuentan con estos orificios son conocidos como sinápsidos, algo que compartimos con todos los mamíferos.

Otra cosa que tenemos en común todos los humanos, son los dedos de las manos. Nuestros dígitos evolucionaron hace 380 millones de años; en animales conocidos como tetrápodos, quienes vivían en el agua y eventualmente salieron para evolucionar en nosotros.  

Yendo aún más atrás, hace 439 millones de años surgieron los dientes. Pronto surgieron las quijadas que nos permiten comer; un rasgo que todos compartimos.

Finalmente, hace 500 millones de años surgieron algo que todos tenemos y que es esencial para todo lo que comprendemos: las columnas vertebrales. Así que la próxima vez que creas que eres mejor que otras especies o que otros humanos, recuerda que todos compartimos lo mismo; desde hace millones de años. 

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