El desarrollo de las vacunas ARNm no es algo nuevo. Su desarrollo comenzó en la década de los ’90, pero debido a la pandemia por COVID-19, su tecnología se ha masificado y ha sido aprobada por la opinión popular debido a su alta eficacia y seguridad.

A diferencia de otras vacunas que aíslan el virus para cultivarlo, purificarlo e inactivarlo, el ARNm únicamente necesita la secuencia genética. Es por ello que se ha convertido en un favorito para combatir el VIH, la malaria e incluso el cáncer, entre otras enfermedades.

Para ayudar a los pacientes con cáncer, investigadores de la Universidad de Tufts, en Estados Unidos, se dedicaron a analizar las formas de mejorar la respuesta inmunitaria de este preparado, ya que en la mayoría de los casos termina en el hígado.

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Es por ello que apuntaron al desarrollo de una vacuna ARNm contra el cáncer que actúa directamente en el sistema linfático, en el cual las células inmunitarias son entregadas directamente para reconocer a los intrusos.

¿Cómo funciona esta vacuna contra el cáncer?

Los científicos modificaron nanopartículas lipídicas, responsables de transportar el ARNm para que pueda navegar por el torrente sanguíneo y las moléculas se acumulen en la superficie de las partículas; así se unen a diferentes órganos.

Tras prueba y error, lograron producir una que favorece su entrega en los ganglios linfáticos en vez del hígado. En una prueba con roedores, encontraron que la vacuna fue absorbida por cerca de un tercio de las células inmunitarias dendríticas y macrófagas (son clave para entrenar a las células B y T para atacar al cáncer).

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El autor del estudio, Jinjin Chen, detalló que “esta vacuna contra el cáncer evoca una respuesta mucho más fuerte y es capaz de transportar ARNm para antígenos grandes y pequeños. Esperamos que pueda convertirse en una plataforma universal no sólo para vacunas contra el cáncer, sino también para vacunas más efectivas contra virus y otros patógenos”.

Los resultados con animales demostraron que tras su aplicación se produjo una remisión completa en el 40% de los casos y el cáncer no volvió a aparecer en el futuro, pese a que a los animales se les volvió a inyectar células tumorales metastásicas.

La investigación fue publicada en la revista PNAS.

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