Crédito: Universidad de Queensland

A casi dos años desde el indio de la pandemia por SARS-CoV-2, mucho ha ocurrido: se han registrado millones de muertes en todo el mundo a causa de esta enfermedad, el país se “detuvo” en un momento con la implementación de cuarentenas y el uso de mascarillas es parte de nuestra nueva normalidad. Así también, este trágico momento ha permitido el desarrollo de miles de nuevas investigaciones científicas.

Gracias a ellas se ha podido conocer mucho más sobre el virus, como cuáles son los efectos secundarios que aquejan a las personas recuperadas, y la guinda de la torta, la masiva financiación de vacunas contra el virus.

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Actualmente poseemos varias vacunas con tecnología ARNm o el virus desactivado, las cuales no te exentan de contagiarte, pero sí aseguran ser efectivas para evitar contraer casos mucho más graves. Asimismo, el inocularse permite que el virus no se pueda seguir replicando.

Lamentablemente, el problema de las vacunas es que para ser almacenadas se necesita tener una serie de equipos que las mantengan en temperaturas bajo cero, equipos con lo que países menos desarrollados o comunidades más aisladas no cuentan. Un problema que los científicos ya observaron y se encuentran produciendo nuevas alternativas para lograr una inmunidad mundial.

En esa línea, el equipo de la Facultad de Química y Biociencias Moleculares de la Universidad de Queensland, en Australia, crearon un innovador parche cutáneo de microagujas que posee la vacuna Hexapro, desarrollada por la Universidad de Texas, Estados Unidos.

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La novedosa vacuna cutánea fue probada con éxito en ratones, los cuales al ser expuestos al SARS-CoV-2 observaron lo eficaz que es para neutralizar el virus y desarrollar una mayor respuesta de anticuerpos.

Crédito: Universidad de Queensland

El parche puede durar hasta 30 días en una temperatura de 25 ºC y una semana a 40 ºC, por los que el equipo espera poder recibir financiación para comenzar los ensayos clínicos en humanos lo antes posible y “llevar la tecnología al mundo”.

El estudio completo fue publicado en la revista Science Advances.

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