Por Andrea Moreno Espinosa

Un ladrido o un maullido son formas de comunicación. Puede significar alegría, enojo, o tristeza. Lo mismo ocurre con otros animales como vacas y ovejas.

Sin embargo, hoy se podría sumar un nuevo significado: la predicción de terremotos u otras catástrofes naturales. Si bien, parece no ser nuevo para la sabiduría popular, es ahora una investigación la que lo confirmaría.

Un estudio realizado por el Instituto Max-Planck de Biología del Comportamiento en Konstanz/Radolfzell, Alemania y el Centro para el Estudio avanzado del Comportamiento Colectivo de la Universidad de Konstanz, sometió a prueba a distintos animales de corral, y todos ellos presentaron anomalías en su comportamiento ante un movimiento telúrico.

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En la investigación se instalaron sensores en seis vacas, cinco ovejas y dos perros. Esto, se realizó en una zona con alto registro de temblores. Con el transcurso de unos meses, hubo un catastro cercano a los 20.000 sismos.

“De esta manera, nos aseguramos de que no sólo establezcamos correlaciones retrospectivas, sino que también tengamos un modelo que pueda usarse para las predicciones“, señala Martin Wikelski, director del Instituto Max Planck de Comportamiento Animal.

Según el propio estudio, los animales fueron marcados con arneses de nylon, de acuerdo con los procedimientos estándar. Parecían tolerar bien las etiquetas, según los informes de los agricultores, por el hecho de que no se encontraron anomalías en el pelaje al recuperar las etiquetas. Utilizaron sensores de aceleración 3D para medir la actividad de los animales.

Para cada uno de estos individuos de las tres especies, calcularon el promedio de 15 minutos de su ODBA, es decir, la aceleración promedio y el promedio sobre todos los animales marcados de las especies respectivas.

En conversación con Futuro360, Liza Fonseca, médico veterinaria jefe de Bioterio, de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, menciona que el reino animal, posee múltiples adaptaciones evolutivas para sobrevivir según su hábitat y las amenazas naturales que lo afectan. Así, están dotados de una gran sensibilidad frente a variaciones en su entorno para poder huir cuando sea necesario.

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“Así, pueden poseer un desarrollado sentido del olfato que detecte cambios leves en la composición del aire, capacidad para captar cambios electromagnéticos que influencien una migración estacional, receptores para cambios en composición química del lecho marino, detectores de presión atmosférica, infrasonidos, vibración, humedad y temperatura, entre otros. Es debido a esta característica evolutiva, que muchas veces se les ha asignado un rol como “detector o predictor de desastres”, afirmó Fonseca.

Sin embargo es categórica en afirmar que hasta la fecha, no existen antecedentes que comprueben esta teoría, sino que más bien lo que existe es un aumento en la actividad de los animales, o cambios de comportamiento previo a un desastre, todo sobre la base de la evolución propia de cada especie, y donde la magnitud de estas reacciones pueden estar determinadas por múltiples factores, ya sea, estacional, etaria, salud previa y posibilidad de escape, entre otros, por lo que aún estamos muy lejos de asignarles un valor predictor basándonos sólo en hechos puntuales de comportamiento.

“De todas maneras, este es un tema que seguirá siendo foco de estudio, considerando el aumento de los desastres socionaturales en los últimos años debido al calentamiento global”, concluyó Liza.

 

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