Compleja realidad: Uno de cada cinco niños en China está con síntomas depresivos

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Cuando los niños no van a la escuela y alteran sus rutinas, son físicamente menos activos y pasan más tiempo frente a pantallas. Cambian patrones de sueño y sus dietas son menos saludables. Pues bien, ¿qué pasa en los infantes y adolescentes que están en cuarentena sin actividades al aire libre y sin interacción física con sus amigos?

Un estudio realizado por las universidades de Huazhong (China) y de Carolina del Sur (EE.UU) (link: ) y según datos datos entregados por mil 800 escolares preadolescentes de Wuhan y Huangshi evidenció un nuevo efecto negativo que ha dejado COVID-19. El 22,6% de los estudiantes muestran síntomas depresivos, es decir, uno de cada cinco niños. Mientras en España, la cifra alcanza entre el 9 y 12% de niños sintomáticos.

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Otro factor relevante de los resultados en Wuhan, señala el miedo ante la enfermedad. Para determianr esto agruparon a los estudiantes en “optimistas” y “menos optimistas”. El primer grupo solo presentaba un 21% de riesgo de síntomas depresivos, versus un 38%, que presentaban los que ven con más temor la pandemia.

Este estudio se realizó cuando los niños tenían un promedio de 33 días de confinamiento. Por lo mismo, el poco tiempo de seguimiento, no puede definir si estos síntomas emocionales son respuestas de corto plazo; o bien podrían transformarse en problemas psiquiátricos de largo plazo. Para determinarlo, los investigadores continuarán haciendo este clave seguimiento de los participantes.

Chile y el confinamiento infantil

Nuestros niños ya llevan más de un mes en sus casas, por lo tanto, el llamado es a estar atentos a sus conductas.

Los expertos señalan que tanto niños como adolescentes, pueden encontrarse confundidos sobré por qué todos están en casa. Pudiendo sentirse tristes, frustrados e incluso enojados. A ello, suman la preocupación constante que un cercan, pueda ser afectado por el virus.

“Existen cambios que se pueden observar, los que se relacionan con mayor sensibilidad o irritabilidad, mayor de necesidad de estar en contacto con sus cuidadores, dificultad en el sueño, alimentación, concentración, síntomas fisiológicos (como dolor de estómago o cabeza), comportamientos regresivos, exacerbación de problemas de conductas preexistentes o retraimiento”. señala Pía Santelices, Directora del centro CUIDA, académica de la Escuela de Psicología PUC e investigadora de MIDAP.

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“También podemos observar el juego. Este es su lenguaje, ya que por medio de el expresan su mundo interno. Por lo tanto, hay que estar atentos al contenido de ese juego, e idealmente jugar con ellos. Permitir un encuentro afectivo y receptivo en esta instancia” añade la académica de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica de Chile.

Especialistas recalcan que los cambios en niños y adolescentes son totalmente esperables, por lo que es de vital importancia darles espacios donde puedan expresarse:

“Es importante prestarles atención y contenerlos. El mayor recurso de expresión de un niño y niña suele ser su corporalidad. Hay que estar atentos y saber pedir ayuda en caso de ser necesario. Por ejemplo, cuando como adultos responsables, nos sentimos sobrepasados con los cambios del niño o niña. O también cuando observamos un incremento significativo de los conflictos, menor expresión de emociones o una disminución marcada de sus intereses” señala la experta.