Por Patricio Alarcón

Este 22 de abril se conmemora el 50 aniversario del Día de la Tierra y el cuarto aniversario de la firma del Acuerdo de París.

 

Todo esto en medio de la pandemia del coronavirus, una crisis que tienen su origen en el tráfico de especies y el desequilibro ecológico, recordándonos que el cambio climático y la protección de los ecosistemas son los grandes desafíos de nuestra generación.

 

La fecha conmemorativa tuvo lugar por primera vez en 1970. Cientos de miles de personas protestaron por los derrames de petróleo, el smog y la contaminación de las aguas, instalando el tema en la agenda política y social.

 

Desde ese entonces, los esfuerzos por crear conciencia medioambiental crecieron. Hasta que en 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó formalmente el Día Internacional de la Madre Tierra.

 

El mismo día pero de 2016 se firmó en Francia el compromiso de los países para limitar el aumento de la temperatura global, lo que, hasta ahora, es el principal esfuerzo que han hecho las naciones del mundo en la materia.

 

El Día de la Tierra 2020 será una jornada repleta de acciones en favor de las personas y el planeta. En ese sentido, en Desafío Tierra analizamos cómo ha evolucionado (o involucionado) la lucha contra el calentamiento global y el cambio climático en el último tiempo.

 

Planeta en crisis

 

“La evidencia científica sigue demostrando que vamos bastante retrasados con respecto a las medidas que se deberían estar abordando. Lo objetivos planteados dentro de los acuerdos internacionales no se han cumplido y eso es bastante problemático”, opinó Enrico Rezende, académico experto en ecología y evolución de la Universidad Católica.

 

En esa línea, el informe final sobre cambio climático 2015-2019 de la Organización Metereológica Mundial (OMM) entregó cifras desalentadoras, pero que a la vez nos incentivan a redoblar nuestros esfuerzos

 

El estudio confirmó que los últimos cinco años fueron los más cálidos de los que se tenga registro. La temperatura media mundial ha aumentado 1,1 °C desde 1850, y 0,2 °C respecto del quinquenio anterior.

 

Sobre la concentración atmosférica de los gases invernaderos como el CO2, se demostró un aumento sin precedentes: 18% más que en los cinco años anteriores. Según la OMM, todo apunta a que la concentración media mundial de CO2 excedió las 410 partes por millón a finales de 2019.

 

Ya en la versión preliminar del reporte, se advertía el preocupante aumento del nivel del mar por las altas temperaturas. Y es que el promedio del incremento desde 1993 hasta ahora es de 3,2 mm por año. Sin embargo, de mayo de 2014 a 2019, la subida pasó a ser de 5 mm cada 365 días.

 

Las parámetros negativos suman y siguen. Se constató además de la reducción de la extensión de hielo marino en el Ártico y en la Antártida, la pérdida continuada de masa de hielo en los glaciares y los valores más elevados de contenido calorífico en los 700 metros superiores del océano de los que se tenga constancia en la historia.

 

A esto se agrega que, según la Organización Mundial de la Salud, cerca del 30% de la población mundial vive actualmente en zonas cuyas condiciones climáticas generan temperaturas potencialmente mortales al menos 20 días al año.

 

 

 

¿Qué hacer entonces con estos números? El programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente indicó que las emisiones globales de gases invernaderos contaminantes deben bajar 7,6% cada año durante esta década para frenar el calentamiento global en 1,5°C en este siglo.

 

Es decir, el mundo debe multiplicar por cinco su compromiso con la reducción de emisiones, yendo aún más allá del Acuerdo de París.

 

 

Buenas y malas noticias

 

Desde la última celebración del Día de la Tierra hasta hoy, hemos tenido novedades que nos entregan esperanza y otras que nos ponen en alerta.

 

Dentro de las últimas se encuentra la COP 25, celebrada en diciembre en Madrid y donde Chile ostentó la presidencia. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático finalizó sin grandes consensos en cuanto a los compromisos de reducción de carbono. “La comunidad internacional perdió una oportunidad importante de mostrar una mayor ambición para afrontar la crisis”, señaló António Guterres, secretario general de la ONU.

 

Y siguiendo con las complicaciones la vigesimosexta edición de la cumbre, que se iba a llevar a cabo este año en Glasgow, Reino Unido, debió ser aplazada por el Covid-19.

 

Pero, si miramos el vaso “medio lleno”, encontramos que, antes de la explosión del SARS-CoV-2, la lucha climática había alcanzado gran protagonismo, con el movimiento “Fridays for Futures” y jóvenes activistas como Greta Thunberg a la cabeza. De hecho, más de 150 países participaron en 2019 de una inédita huelga mundial por el clima.

Este último año, la acción contra la emergencia climática ha estado marcado por los movimientos de personas que buscan hacer presión sobre los gobiernos para que tomen en serio el asunto”,valora en conversación con Desafío Tierra, Estefanía González, coordinadora de campañas de Greenpeace Chile.

 

Cambio Climático en tiempos de COVID-19

 

Los escenarios cambian de un día para otro. Así lo ha demostrado la crisis ocasionada por el coronavirus. La paralización de la actividad económica por la forzada cuarentena supondrá un descenso aproximado del 6% de las emisiones de CO2 este año. Desafortunadamente, esta cifra no es suficiente para detener por sí sola la emergencia global.

 

La baja en el consumo de combustibles fósiles genera una disminución de contaminantes urbanos como el dióxido de nitrógeno y del dióxido de carbono. Menos NO2 se traduce en una mejora notable en la calidad del aire, tal como lo han confirmado satélites alrededor de todo el planeta.

 

Pero, la crisis climática es ocasionada, entre otras cosas, por el exceso de gases de efecto invernaderos, como el CO2, un elemento que permanece en la atmósfera por muchísimo tiempo. Por lo tanto, lo que hoy sufrimos es producto de nuestras acciones y también de las emisiones de las generaciones pasadas y la situación actual se debería extender por décadas para tener resultados significativos.

 

Es probable que estos impactos positivos en nuestro planeta vayan a ser de corta duración, un espejismo que se desvanecerá tan pronto como las ruedas de la economía comiencen a girar nuevamente”, advirtió John Sauven, director ejecutivo de Greenpeace Reino Unido en el diario británico Metro.

 

“Esperamos que luego de que pase el torbellino mundial podamos entender que es necesario repensar la forma en que hemos estado habitando el planeta. Si protegemos el medio ambiente, creamos sociedades más resilientes ante este tipo de crisis”, señaló Estefanía González de Greenpeace Chile.

 

Estamos pasando por un enorme experimento de qué ocurre cuando nuestra sociedad pisa el freno y anda a medio motor. Lo que vemos es que el impacto ambiental disminuye radicalmente. La pregunta es si eso lo podemos hacer en el futuro de forma voluntaria con una economía más sostenible”, concluyó para Desafío Tierra, Enrico Rezende.

 

 

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