En enero de 2020 SpaceX se volvió el operador de la constelación más grande de satélites activos. La compañía tiene 242 naves orbitando el planeta, con planes de lanzar otras 42 mil a lo largo de la década.

Esto como parte de un ambicioso proyecto que busca entregar internet a todo el mundo. La carrera para lanzar satélites al espacio ha comenzado: Amazon, la compañía británica OneWeb y muchas otras están compitiendo por poner miles de naves en órbita durante los siguientes meses.

Estos nuevos aparatos tienen el potencial de revolucionar muchos aspectos de la vida diaria, desde proveer redes móviles a los rincones más inhóspitos del planeta, hasta monitorear el medioambiente y mejorar los sistemas de navegación globales o GPS.

En medio de toda esta algarabía, un peligro crítico pasó desapercibido en los radares: la falta de estándares de ciberseguridad y regulaciones para los satélites comerciales, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.

William Akoto, académico experto en ciber conflicto de la Universidad de Denver, reflexiona para The Conversation sobre las complejas cadenas de intercambio al interior de éstos satélites y cómo los intereses creados los deja vulnerables a “ciberataques”.

“Si los hackers tomaran el control de alguno de éstos satélites, las consecuencias podrían ser catastróficas. En una escala mundana, los hackers podrían apagar los satélites impidiendo el acceso a sus servicios”, asegura el experto.

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Akoto agrega que programadores con intenciones maliciosas podrían trabar las señales de éstas naves, causando estragos en la infraestructura crítica: sistemas eléctricos, redes de agua y sistemas de transporte.

Si los hackers llegaran a controlar los sistemas de navegación de los satélites las consecuencias podrían ser fatales, ya que podrían alterar la órbita de éstas naves haciéndolas estrellarse unos contra otros o incluso contra las Estaciones Espaciales Internacionales.

La alteración de satélites ya ha ocurrido: en 1998 un grupo de hackers tomó el control de una nave estadounidense-alemana llamada ROSAT X-Ray. Ésto lo consiguieron entrando en los computadores del Space Flight Center en Maryland.

Los hackers ordenaron al satélite apuntar sus paneles solares directamente al Sol. Esto quemó las baterías de la nave dejándola completamente inútil, hasta que cayó a la Tierra en 2011.

A lo largo de los años la amenaza de los ciberataques dirigidos a satélites se ha vuelto más peligrosa. En 2008 un grupo de hackers tomó el control de dos satélites de la NASA; uno durante 2 minutos y otro por alrededor de 9 minutos.

En 2018 otro grupo de programadores chinos lanzó una sofisticada campaña de hackeo apuntada a atacar a operadores de satélites y contratistas de seguridad. Grupos iraníes extremistas han tratado de realizar ataque similares.

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Para las compañías que hacen de la ciberseguridad su prioridad, los costos asociados con la garantía de la seguridad de cada componente podrían ser demasiado altos. Este problema es aún más intenso para las misiones espaciales de bajo costo, donde el coste de asegurar la seguridad de los datos podría exceder los costos del mismo satélite.

Además, la compleja cadena de información de éstos satélites y las múltiples partes involucradas en su manejo en muchas ocasiones significa que no se puede especificar quien es el responsable de las fallas en la ciberseguridad.

Es por esto que Akoto asegura que se necesitan medidas y leyes que mantengan la seguridad cibernética de los satélites, ahora de forma más urgente, con la llegada de la competencia de las compañías que manejan las redes móviles.

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