Un reporte afirma que el empeoramiento de las condiciones climáticas y la crisis global del medioambiente están incrementando la violencia hacia mujeres y niñas, mientras que la explotación arraigada en el género está obstaculizando nuestra habilidad de mitigar la situación.

Los intentos de reparar la degradación medioambiental y adaptarse al cambio climático, particularmente en países más pobres, están fallando. Además, muchos recursos están siendo malgastados porque éstos no consideran la inequidad y sus efectos en las mujeres como un problema real.

Activistas llamaron a los gobiernos e instituciones a tomar nota, afirmando que los impactos en mujeres y niñas debe estar al centro de cualquier estrategia sustentable en tanto al clima y la ecología.

La Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés) realizó lo que es, hasta ahora, el estudio más importante y comprensivo sobre el asunto, tomándose dos años para juntar más de mil fuentes.

“Descubrimos que la violencia de género es penetrante, y que hay suficiente evidencia clara como para sugerir que el cambio climático está generando más violencia de éste tipo”, afirmó Cate Owren, principal autora del reporte a The Guardian.

“Mientras la degradación medioambiental y el estrés de los ecosistemas incrementa, la hostilidad y el estrés de las personas también crece. La evidencia muestra que, donde las presiones medioambientales crecen, la violencia de género también lo hace”.

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6 de cada 10 participantes de una encuesta realizada por el IUCN, con más de 300 respuestas de organizaciones alrededor del mundo, afirmaron que habían sido testigo de la violencia de género para con las activistas medioambientales, migrantes por el cambio climático y refugiados, además de áreas dónde se estuviera maltratando al entorno. Existen más de 80 estudios de caso que demostraron claramente que ésta era una problemática que no se tenía en consideración anteriormente.

La violencia de género incluye: violencia doméstica, abuso sexual y violación, prostitución forzada, matrimonio arreglado e infantil, entre otras formas de explotación hacia la mujer. El reporte descubrió que el tráfico de personas aumenta en áreas donde el entorno natural está bajo estrés. Además encontró enlaces entre la violencia de género y crímenes hacia la naturaleza como la caza furtiva de vida salvaje y extracciones ilegales de recursos.

“La violencia de género es una de las problemáticas más penetrantes y menos discutidas que atañen directamente a los esfuerzos de conservación y mitigación del cambio climático“, agregó Owern.

La experta encontró abundantes ejemplos de enlaces cercanos entre éste tipo de violencia, la explotación de mujeres y niñas, y la competencia de recursos en peligro por los impactos del calentamiento global producto de la destrucción de nuestro entorno.

Por ejemplo, en la industria de la pesca ilegal del Sudeste Asiático abunda la prostitución, y se han reportado casos donde pescadores del sur de África se niegan a vender peces a mujeres, a menos que éstas acepten tener sexo con ellos.

La tala ilegal y el intercambio de carbón en la República Democrática del Congo están enlazados con la explotación sexual, y en Colombia y Perú, las minas ilegales están fuertemente asociadas con el incremento de la trata de blancas.

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Además existen numerosos ejemplos de violencia de género dirigida a defensoras y activista medioambientales. La violencia sexual es utilizada para oprimirlas, menospreciar su estatus dentro de la comunidad y desmotivar a otros en apoyar la causa.

El calentamiento global y los eventos de clima extremo ponen en peligro nuestros recursos. Entre éstos se encuentran las olas de calor, las sequías, las inundaciones y tormentas cada vez más frecuentes y devastadoras. Asimismo, en gran parte del mundo las mujeres ya se encuentran en una situación de desventaja, falta de derechos a bienes raíces y una escasez de protección legal, por lo que son más vulnerables a la explotación.

Cuando el estrés adicional causado por la crisis climática ataca, ellas son las primeras en recibir las consecuencias. En instancias, en algunas comunidades las niñas son obligadas a casarse lo más pronto posible apenas la familia está pasando por un mal momento, lo cual se exacerba con las consecuencias del calentamiento global.

En todo el mundo, cerca de 12 millones de mujeres jóvenes son inculcadas con la idea que deben casarse por culpa de un desastre natural, y de la misma forma se ha demostrado que el tráfico sexual ha incrementado de un 20 a 30%.

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