Desde un inicio el pesimismo fue el ánimo que rondó la recientemente finalizada Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático (COP28), llevada a cabo en Dubái, Emiratos Árabes Unidos. Entre los expertos y negociadores existía poca esperanza de llegar a un acuerdo para la eliminación de combustibles fósiles y otras medidas de adaptación y reparación, temiendo que se impusiera el lobby de aquellos asistentes con conexiones con industrias de carbón, petróleo y gas.

A pesar del pesimismo inicial, la insistencia de los científicos, ambientalistas y políticos comprometidos con el cambio climático llevó a extender las negociaciones al menos una mañana más, evitando el fracaso y dando paso a lo que todos -o casi todos- estaban esperando. Finalmente, y por primera vez, se logró plasmar en el texto pactado por 198 estados un llamado a los países para que abandonen los combustibles fósiles, transitando a energías renovables. En palabras de la Directora del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, “el acuerdo no es perfecto, pero hay avances en soluciones clave”.

Pero, ¿Por qué este acuerdo no es perfecto? Si bien el texto reconoce la necesidad de la reducción “profunda, rápida y sostenida” de emisiones de gases de efecto invernadero en línea con la vía de 1,5°C, aún es un texto que usa un lenguaje muy vago y poco vinculante. Primero, solo hace un llamado a “acelerar los esfuerzos” para eliminar la energía en base a carbón, excluyendo los demás combustibles fósiles.

Segundo, hace un llamado a alejarse de combustibles fósiles sólo en el sector de energía, obviando la eliminación de estos combustibles en sectores como industria, transporte o agricultura. Y, tercero, no queda claro en qué tiempos las medidas como “eliminación gradual” deben ser implementadas. Los conceptos “rápidamente” o “acelerar” no tienen metas concretas de tiempo en el texto, poniendo en jaque la ventana de oportunidad para limitar el calentamiento global a fines de siglo.

Si bien en esta COP28 se dio un paso adelante, aún ese paso es corto. La atención y trabajo ahora debe centrarse en una acción rápida y decisiva para lograr el objetivo de cero emisiones netas de aquí al 2050.

La COP29 será en Azerbaiyán, un país que depende de combustibles fósiles. Sólo queda la esperanza de alcanzar y concretar nuevos acuerdos. La humanidad depende de ello.

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