Por María José Galotto

En la actualidad, los envases plásticos han tomado un papel protagónico en nuestras vidas. Desde las botellas de agua hasta los envases de alimentos, han facilitado de alguna forma la distribución y el consumo de productos de manera eficiente; sin embargo, la contaminación por plástico es una crisis global que afecta a nuestros océanos, suelos y al ecosistema.

El plástico, una invención revolucionaria en su momento, se ha convertido en un arma de doble filo para la salud del planeta y de los seres humanos. Para preservar nuestro entorno sin comprometerlo, es esencial abordar el problema desde múltiples ángulos, incluyendo la investigación y la innovación.

Los envases plásticos de un solo uso son una de las principales fuentes de contaminación en Chile. Se consume aproximadamente un millón de toneladas de plástico al año, de los cuales solo el 8,5% se recicla. De este porcentaje, apenas el 1,4% corresponde a plásticos domiciliarios.

Afortunadamente, la búsqueda de soluciones para abordar la contaminación plástica está en marcha. Un ejemplo concreto es el próximo paso que dará Chile el 16 de septiembre: la implementación del reglamento de metas de valoración de residuos de envases en el marco de la Ley de Responsabilidad Extendida al Productor (REP). Este paso va más allá de establecer un sistema de recolección diferenciada de envases; como su nombre sugiere, también implica otorgar valor a estos residuos.

La intención principal detrás de esta ley es que los fabricantes de productos plásticos de un solo uso asuman la responsabilidad de organizar y financiar la gestión de los residuos generados por sus productos en el país. Además, esta ley contempla medidas punitivas para combatir el tráfico de residuos peligrosos y establece un fondo de apoyo al reciclaje que permitirá financiar iniciativas desarrolladas por municipalidades y asociaciones municipales ¿El propósito de todas estas medidas? Prevenir la generación excesiva de residuos plásticos y, de manera significativa, promover su reutilización, reciclaje y otras formas de valorización.

A pesar de la importancia de esta legislación, su simple adopción no basta. Requerimos un cambio profundo en nuestra cultura y mentalidad en relación con cómo manejamos los envases. En este proceso, las empresas desempeñan un rol clave al replantear sus prácticas de envasado y adaptarlas a un enfoque más sostenible.

Nanopartículas, una estrategia que busca la sostenibilidad

La Ley de Responsabilidad Extendida al Productor establece metas ambiciosas para valorar y reciclar los residuos de envases plásticos. Sin embargo, alcanzar una economía circular perfecta, en la que los residuos de envases se conviertan en materia prima secundaria para nuevos envases, requiere innovación y avances científicos. Aquí es donde entra en juego la nanotecnología como una estrategia viable para abordar la crisis de contaminación plástica.

Los procesos tradicionales de reciclaje de plásticos a menudo reducen sus propiedades físicas y mecánicas, dificultando su reutilización en nuevos envases. La nanotecnología ofrece una solución al permitir la modificación y mejora de las propiedades de los materiales reciclados, lo que facilita su incorporación en la fabricación de envases nuevos y de alta calidad.

En este contexto, el Centro de Nanociencia y Nanotecnología (CEDENNA) ha emergido como un actor clave en la búsqueda de alternativas que combinen la eficiencia envasadora con la sostenibilidad ambiental.

Tarea de todos

El camino hacia una solución sostenible no está exento de desafíos. Tanto los productores de materias primas como los transformadores y la industria usuaria deben adaptarse a este nuevo paradigma. Los productores deben buscar materiales con menor impacto ambiental, los transformadores deben optimizar las estructuras de los envases y las industrias deben garantizar funcionalidad y calidad en los envases adaptados a sus productos.

La colaboración gubernamental es igualmente crucial. El Ministerio de Salud desempeña un papel fundamental al asegurar la calidad y seguridad química de los nuevos materiales, especialmente en los envases destinados a alimentos. A su vez, la armonización de regulaciones internacionales es esencial para garantizar la seguridad de los materiales reciclados utilizados en envases de alimentos.

En Chile, la interacción entre el Ministerio del Medio Ambiente y el Ministerio de Salud es un ejemplo de cómo dos agendas paralelas pueden converger en la búsqueda de soluciones sostenibles. En este escenario hay que destacar la hoja de ruta definida por el Ministerio del Medio Ambiente para aplicar la economía circular en 2024 y los esfuerzos del Ministerio de Salud para garantizar la seguridad de los materiales reciclados.

Centros como CEDENNA y su enfoque en la nanotecnología demuestran que la innovación científica y tecnológica puede jugar un papel fundamental en la transición hacia un mundo con menos contaminación plástica y mayor sostenibilidad ambiental. Con una combinación de esfuerzos gubernamentales, cambios culturales y avances científicos, es posible enfrentar la crisis de contaminación plástica y construir un futuro más limpio y sostenible para las generaciones venideras.

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