Por Mauricio Albornoz Olivares

El 4 de octubre pasado, día de San Francisco de Asís, el Papa Francisco publicó una nueva Exhortación apostólica sobre el cuidado de la “Casa común”, concepto acuñado en la Laudato Si’ a ocho años de su publicación.

Además de la insistencia en diversos puntos ya abordados en Laudato Si’, el documento manifiesta una recurrente preocupación por la falta de reacción mundial frente a las diversas situaciones que vivimos; problemas sanitarios, dificultades con las familias y sus viviendas, el problema de las migraciones, el trabajo y los recursos, por recoger algunas situaciones, se describen vinculados directamente a la crisis climática, lo que deriva en un problema que tensiona la dignidad de la vida humana.

Con esto, la situación se presenta mucho más allá de un problema ecológico Sensu stricto; es un problema ético-social, que recoge el concepto de pecado estructural. Un ejemplo que el documento da para hablar de pecado, es la reivindicación de la desigualdad social que estos cambios han generado, como en el continente africano, que albergando más de la mitad de los pobres del planeta, recibe los efectos de la crisis medioambiental, sabiendo que genera solo una mínima parte de las emisiones de contaminación.

El llamado a los negacionistas de estas situaciones es directo y claro, invitándoles a recapacitar, abriendo con ellos un franco debate de argumentos, y describiendo como todo se ha agudizado en el último tiempo; las emisiones de gases efecto invernadero aumentaron después de 1990, el aumento de la temperatura se ha radicalizadio en los últimos 50 años, los glaciares se retraen, disminuye la nieve y sube el mar, el derretimiento de los polos no podrá revertirse por cientos de años, no hay vuelta atrás solo evitar hacer más daño, nos recuerda Francisco.

Sin embargo, el Papa insiste en que el origen de todo está en el ser humano y su ideología, no en lo técnico. Se hace prevalecer una obsesión tecnocrática que releva el afán por el poder que nada garantiza, y describe como las ansias de poder se vuelven contra nosotros. Es una decadencia de lo ético, que con la lógica del máximo beneficio al menor costo, nos esta destruyendo, por lo que se invita a comenzar desde abajo y no esperar que la élite haga algo.

El documento abre la esperanza hacia la Cop 28 de Emiratos Árabes, aunque reconoce la falta de concreción de los momentos que la han precedido. Por lo que persuade a provocar una sana presión desde las bases, que posibilite un cambio drástico, intenso, y de todos. Termina haciendo un llamado al mundo creyente y católico, ofreciendo el significado trascendente de nuestros actos inmanentes, lo que supone una invitación a leerla y tomársela en serio.

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