Investigadores aseguran que los humanos están perdiendo casi 3 años de su expectativa de vida promedio por culpa de la contaminación del aire.

Asimismo, la investigación reveló que más de un año podría recuperarse si las emisiones de combustibles fósiles se cayeran a cero, mientras que si toda la contaminación ambiental controlable (categoría que no incluye partículas de incendios forestales naturales o tormentas de polvo o polen) desapareciera, la expectativa de vida global aumentaría en más de 20 meses.

Esto corrobora que la contaminación generada por la quema de combustibles fósiles clasifica por su cuenta como un factor de riesgo para la salud global“, escriben los autores.

El estudio se construye sobre las investigaciones previas del equipo que confirman que cerca de 8,8 millones de muertes tempranas al año en el mundo son causadas por la contaminación del los espacios exteriores. El trabajo analiza el problema a nivel mundial, además de países y regiones específicas.

“La pérdida de expectativa de vida a causa de la contaminación ambiental es un factor de riesgo mucho más alto que otros, como por ejemplo el cigarro”, aseguró a The Guardian el profesor y coautor del estudio Jos Lelieveld, del Instituto Max Planck de Química. “Debo admitir que esa conclusión fue bastante inesperada”, agregó.

Tal y como con los trabajos anteriores del equipo, el nuevo estudio se ilustra sobre un modelo recientemente desarrollado del impacto de la fina partícula conocida como PM2.5 en el cuerpo, tal y como se construye sobre un modelo del impacto del ozono, niveles de exposición a éstos contaminantes y mortandad de la población del 2015.

A partir de ésta información el equipo calculó la proporción de muertes tempranas que podrían ser atribuidas a la contaminación ambiental a lo largo de 6 categorías, incluyendo enfermedades poco específicas no-comunicables (dónde entran condiciones tales como alta presión arterial y diabetes).

El resultado reveló que globalmente, 2,9 años de expectativa de vida promedio se pierden por culpa de la contaminación presente en el aire. Dicho impacto es más grande que el consumo de tabaco (2,2 años), violencia (0,3), VIH (0,7) y enfermedades transmitidas por parásitos y otros vectores (0,6).

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Fuente: The Guardian

El equipo asegura que si la contaminación ambiental fuese eliminada, más de 5,5 millones de muertes al año podrían ser evitadas.

Sin embargo, las cifras varían dependiendo de las regiones y países. Por ejemplo, dicha medida podría salvar 2,4 millones de vidas en el Este asiático y recuperar tres de los 3,9 años de expectativa de vida perdidos a causa de la contaminación ambiental. Asimismo, en África las cifras son menores, y en Australia aún más.

Según los autores ésto se debe a una variedad de factores, como que la contaminación aérea de África se compone principalmente de polvo levantado por el viento, y Australia teniendo medidas de protección del aire ya bastantes severas.

El equipo descubrió que el número de muertes prematuras producto de aire contaminado incrementa con la edad. Aún así, para algunas regiones, incluyendo África y el sur de Asia, también existe un alto número de fatalidades en infantes muy jóvenes.

Las enfermedades coronarias al corazón fueron las responsables de la mayor cantidad de muertes de cualquiera de las 6 categorías, con casi 2,8 millones de muertes en todo el mundo al año, llegando a representar más de 28% en los recortes a la expectativa de vida.

En contraste, las muertes por cáncer de pulmón, enfermedades crónicas de obstrucción a dichos órganos o enfermedades respiratorias infecciosas (todas juntas) alcanzaron a sumar 2,6 millones de muertes al año por contaminación ambiental al año.

El profesor Tomás Münzel, del University Medical Centre Mainz en Alemania y coautor del estudio aseguró que ésto no es ninguna sorpresa. “A pesar de que los pulmones son la víctima principal de la contaminación ambiental, causando inflamación y por lo tanto neumonía, existirán partículas transmigracionales que llegarán al torrente sanguíneo y posteriormente a las válvulas cardíacas”, aseguró, concluyendo que éste daño se acumula en el corazón.

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Münzel afirmó que los hallazgos recalcan la importancia de incluir la contaminación ambiental como un factor de riesgo al momento de diagnosticar enfermedades cardiovasculares en guías médicas oficiales.

Pero el estudio tiene sus limitantes, ya que ahonda en sólo dos tipos de contaminantes aéreos sin enfocarse en la composición química del material particulado.

Entre otros factores, el equipo aseguró que existen enfermedades que pueden ser asociadas con la contaminación aérea que todavía no son contempladas por los órganos de salud de los gobiernos, además que los modelos están basados en información extraída de un determinado número de países.

Como resultado, los investigadores afirman que hay una gran cantidad de incertidumbre con respecto a los resultados. Aún así, Münzel aseguró que el estudio enfatiza en que los gobiernos necesitan tomar cartas en el asunto.

“Necesitamos emisiones más bajas, 91% de la población mundial respira aire que bajo las definiciones de la OMS está contaminado“, aseguró.

El equipo afirma que las medidas pueden incluir planificaciones y manejo responsable urbano, además de mejoras en los sistemas de salud que puedan mejorar la expectativa de vida. Münzel añadió que también es importante conducir una investigación para encontrar medicamentos capaces de mitigar los impactos de la contaminación ambiental.

Finalmente, el profesor Kevin McConway de estadísticas de la Open University aseguró que si bien fumar una cajetilla de cigarros al día es más peligroso para la salud que la contaminación ambiental, una mayor cantidad de personas respira los contaminantes presentes en el aire que aquella que fuma, transformando a la contaminación aérea en un importante factor de riesgo a la salud global.

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