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Un reciente estudio realizado por Kronos revela una preocupante realidad en Chile: a pesar de que los celulares tienen una vida útil de al menos cinco años, las personas tienden a cambiarlos cada 13 meses en promedio. Este constante ciclo de renovación genera una cantidad significativa de residuos electrónicos, contribuyendo a un problema ambiental en aumento.

Según datos del Ministerio del Medio Ambiente y la Fundación Chile, cada persona en Chile genera aproximadamente 11 kilos de basura electrónica al año, y se proyecta que esta cifra aumente a 16 kilos por habitante para el año 2027. En 2021, se registraron 197 toneladas de residuos electrónicos en el país, pero lamentablemente, el reciclaje de estos aparatos es mínimo, alcanzando apenas el 3.4%.

Expertos advierten que los residuos electrónicos no son simplemente desechos comunes; muchos de ellos contienen metales pesados que, al ser liberados al medio ambiente, pueden causar daños significativos a la salud y al ecosistema. A pesar de estos riesgos, la mayoría de estos aparatos terminan en vertederos, contribuyendo a la contaminación y al agotamiento de recursos.

En respuesta a esta problemática, iniciativas como la Ley REP (Responsabilidad Extendida del Productor) han surgido para abordar la gestión adecuada de los residuos electrónicos bajo el concepto de economía circular. Sin embargo, su implementación aún es progresiva y se requiere un mayor compromiso por parte de la sociedad y las empresas.

En este contexto, los puntos limpios, como el ubicado en Vitacura, se vuelven fundamentales. Estos espacios permiten a los ciudadanos disponer adecuadamente de sus aparatos eléctricos y electrónicos en desuso, contribuyendo a su reciclaje y reutilización. Además, empresas y organizaciones también están colaborando en la gestión de estos residuos, ofreciendo incentivos y descuentos para fomentar su correcta disposición.

Aunque se están dando pasos en la dirección correcta, queda mucho por hacer para abordar el desafío de los residuos electrónicos en Chile. Con concientización, colaboración y acciones concretas, es posible reducir el impacto ambiental de estos desechos y avanzar hacia un futuro más sostenible.

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