En el sorprendente mundo de la biología, un pequeño gusano redondo llamado Caenorhabditis elegans ha demostrado que, a pesar de su falta de ojos, columna vertebral y cerebro, posee emociones animales básicas. ¿Miedo en un gusano?

Parece increíble, pero investigadores de la Universidad de la ciudad de Nagoya en Japón y la Universidad Northeastern en Estados Unidos han arrojado luz sobre esta intrigante cuestión.

Estos científicos han observado que cuando se les aplica una descarga eléctrica rápida, estos gusanos continúan “huyendo” a alta velocidad durante varios minutos.

Este comportamiento prolongado sugiere un estado cerebral similar al miedo en estas criaturas de apariencia sencilla. Sorprendentemente, este estado negativo no está directamente relacionado con la estimulación del sistema motor del gusano, sino que parece estar regulado por un circuito neuronal específico en su sistema nervioso simple.

Este hallazgo se suma al creciente debate sobre si los invertebrados pueden experimentar emociones básicas. Experimentos previos con cangrejos de río, abejorros y moscas de la fruta han insinuado que estos animales pueden experimentar estados cognitivos positivos y negativos después de ciertos estímulos. Incluso el famoso naturalista Charles Darwin sugirió hace más de un siglo que los insectos podían sentir emociones como el miedo, aunque en ese entonces esto se basaba en la tendencia humana a atribuir emociones a los animales.

Para determinar si un organismo está experimentando emociones, los científicos han propuesto cuatro criterios principales: la persistencia de la respuesta después de que el estímulo desaparece, su aumento o disminución en relación con la duración del estímulo, la dominación de otras respuestas conductuales y la consistencia en función del tipo de estímulo. C. elegans parece cumplir al menos tres de estos criterios mientras “huye” del lugar de la descarga eléctrica, lo que sugiere que incluso los gusanos pueden experimentar emociones básicas como el miedo.

La investigación plantea interesantes preguntas sobre la relación entre los circuitos neuronales y las emociones en todo el reino animal. Si existe un mecanismo neuronal compartido para la regulación de las emociones, podríamos aprender más sobre trastornos del estado de ánimo, como la depresión. Dado que muchos genes de los nematodos son similares a los humanos y otros organismos, estos gusanos redondos podrían ser un modelo ideal para comprender cómo surgen las emociones en diferentes especies.

Este fascinante descubrimiento nos recuerda que el mundo de la biología está lleno de sorpresas, y que incluso las criaturas más simples pueden tener secretos emocionales que aún no hemos desentrañado por completo.

La investigación fue publicada en la revista Genetics.

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