Por Andrea Moreno Espinosa
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“Sin océano, no hay vida y sin azul, no hay verde”, es la frase de Sylvina Earle, bióloga marina y exploradora estadounidense. Sus palabras permiten entender por qué es tan importante conectar el océano con otros ecosistemas y la manera en que ellos alimentan a lo que nos proporciona energía, oxígeno y vida.

Sabemos que los océanos representan dos tercios de toda la superficie terrestre. En porcentaje hablamos del 70%. Pero tal cantidad de extensión marina no puede sostenerse por sí sola y como en toda la naturaleza está sujeta a otras cadenas.

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Una de ellas es el pasto marino. Estos contribuyen a mitigar el cambio climático, por medio de la fotosíntesis y su función de capturar carbono, por medio de sus tejidos, donde quedan por un tiempo. Lo llaman “el arma secreta” en esta lucha contra la crisis medioambiental.

Para Pauline Sallaberry, bióloga marina, los pastos marinos existen en todos los océanos, desde los trópicos hasta zonas sub-polares. Funcionan como pulmones para el planeta e ingenieros ecosistémicos para los océanos, realizando procesos de purificación de agua, siendo áreas de crianza y sustentando una amplia biodiversidad. En Chile existen praderas de pasto marino en Bahía Salado, Atacama, donde se encuentra Zostera chilensis, pasto marino endémico, permitiendo una zona de forrajeo para tortugas marinas. Sin embargo, la perturbación humana y la destrucción de hábitat son las principales amenazas para las praderas de pasto marino, más que el cambio climático y la acidificación de los océanos.

Por otra parte están los complejos de arrecifes de coral. Otra gran amiga que acompaña y defiende al océano. Sin embargo han sido uno de los ecosistemas más amenazados del último tiempo. La decoloración de ellos y su dramática muerte, es atribuida principalmente al aumento de temperatura en el nivel del mar.

Marcelo Flores, biólogo marino y doctor en Medicina de la Conservación, menciona que en cuanto a los corales, estos se ven enormemente afectados por la acidificación de los océanos. “Al haber más CO2 el agua se hace más ácida y esto repercute en que el esqueleto calcáreos se ve debilitado por la acidez, repercutiendo en la “calidad” del coral y haciéndolo más vulnerable a la depredación y al efecto de las corrientes y oleaje (se rompe). El aumento de la temperatura del mar (cambio climático y el aumento de la salinidad (por evaporación de agua o extracción por plantas desalinizadoras) son las principales amenazas”, asegura Flores.

Por otra parte, Matthias Gorny, director de Ciencias de Oceana Chile, se refiere que en cuantos a estos hábitats como los “seagrass”, los “kelp forests” y los arrecifes de coral son muy importantes para mantener la diversidad de especies. Hemos visto en Chile, en Pisagua en la región de Tarapacá, por ejemplo, que estos bancos de macroalgas son un beneficio para peces de roca, especies costeras. Por otro lado, son refugio importante para especies como la anchoveta e incluso estas macroalgas son alimentos para algunas especies, algunos tipos de peces que son herbívoros.

“Estos ‘seagrass’, manglares o ‘kelp forests’ son de plantas marinas y obviamente consumen el CO2 y lo filtran. Pasa lo mismo con los bosques lluviosos en Brasil. En este sentido la función es la misma, pero no debemos olvidarnos que estamos en un medio acuático. El problema que tenemos con el CO2 es en la atmósfera. Entonces hay que ser cauteloso de que estas algas marinas sean la gran solución para el problema del CO2”, explica  Gorny.

Otro gran puente entre la tierra y el mar son los manglares. Estos son grandes extensiones, propias de un ecosistema costero y húmedo. Otro recurso natural altamente significativo para el océano. Su función radica en cubrir el agua, las mareas y así, proteger las costas tropicales de tsunamis u otros fenómenos naturales. Sumado a su vez a la brutal intervención del hombre en espacios naturales.

Para este punto, Sallaberry, hace alusión que todos los ecosistemas marinos están en constante amenaza por el aumento de población humana y el desarrollo costero, al aumentar la contaminación y la intensidad de cambio climático. “Al mismo tiempo, los distintos ecosistemas pueden apoyarse mutuamente, de modo que praderas pueden proteger los manglares, al evitar la erosión causada por el oleaje y al revés, de modo que los manglares ayudan a que las praderas no se saturen de nutrientes y sedimento”.

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Proteger los ecosistemas marinos es esencial para salvaguardar el futuro. Es necesario un manejo sustentable de los recursos para mantener la integridad de los hábitats y continuar siendo beneficiados de los recursos y sus servicios.

De esta manera, la temática del Día Mundial de los Océanos es la innovación para un océano sustentable, con el fin de combatir la crisis climática, asegurando los recursos biológicos e hídricos, además de la biodiversidad.

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