Este fin de semana no cabía ni una sola toalla en las playas de Río de Janeiro. Esto por las altas temperaturas registradas en plena primavera en Brasil, específicamente el domingo 12 de noviembre, cuando se alcanzó la temperatura récord para el año de 42,5 grados centígrados, con una sensación térmica asombrosa de 50,5 grados.

Esta ola de calor también afectó a Sao Paulo, donde se alcanzó una temperatura media récord de 36,9 °C por la tarde, la más alta registrada para noviembre en los últimos 19 años.

El sistema Alerta Rio reportó una máxima de 42,5 °C en el barrio de Iraja, rompiendo el récord anterior de 41,8 °C registrado en febrero. Sin embargo, el Instituto Nacional de Meteorología (Inmet) señaló que la sensación térmica del domingo no superó la marca de febrero, que alcanzó los sorprendentes 58,3°C.

Debido al calor extremo, el Inmet emitió una alerta naranja para Río de Janeiro, indicando condiciones peligrosas para la salud. Esta advertencia resalta la gravedad de la situación, considerando la ola de calor que se pronostica hasta el próximo miércoles en diversas regiones de Brasil.

En Sao Paulo, el Centro de Gestión de Emergencias Climáticas informó sobre la temperatura récord para el año 2023. Este evento excepcional se suma a una serie de fenómenos meteorológicos extremos que han afectado a Brasil en los últimos meses, incluyendo una histórica sequía en la Amazonía y lluvias catastróficas acompañadas de ciclones en el sur del país. Algo no muy alejado a lo ocurrido en nuestro pais, con inviernos calurosos y una primavera lluviosa.

Esta ola de calor sin precedentes subraya la necesidad de comprender y abordar el impacto del cambio climático en la región. Los eventos extremos se han vuelto más frecuentes, afectando no solo la comodidad de las personas, sino también teniendo consecuencias graves para la salud pública y el medio ambiente.

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