Las abejas, mariposas, moscas e incluso especies de aves o murciélagos son algunos de los responsables de que gocemos de alimentos, telas e incluso instrumentos musicales. Se trata de los polinizadores, animales que trasladan polen de una flor a otra, permitiendo la formación de semillas y frutos. De ese modo, brindan beneficios fundamentales para la naturaleza y los cultivos que han alimentado a la humanidad desde tiempos inmemoriales.

A nivel mundial, las principales amenazas que enfrentan los polinizadores son la pérdida y fragmentación de hábitat (por cambio de uso de suelo), las especies exóticas invasoras, la sobreexplotación, la contaminación y el cambio climático.

Sin embargo, la cantidad de polinizadores existentes ha disminuido en las últimas décadas debido a la acción humana, cuyos impactos locales y globales amenazan de distintas maneras su supervivencia. Un estudio publicado en la revista científica Diversity analizó los cinco principales factores que deben ser abordados para enfrentar la crisis de la polinización en Chile, a través de acciones locales que ayuden a enfrentar este problema global.

A grandes rasgos, un cambio en el modelo agrícola, la conservación de polinizadores nativos y más investigación para llenar vacíos de información, son algunas de las vías recomendadas para avanzar en soluciones integrales. En Futuro 360 te lo contamos a detalle a continuación.

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Claves para proteger a los polinizadores

Chile no está ajeno a esta crisis. Como productor de alimentos, posee una evidente dependencia de la polinización para los mercados internos y externos como Estados Unidos, la Unión Europea y China. Esto se traduce, por ejemplo, en que existirían cerca de 112.725 hectáreas de plantaciones frutales que, en gran medida, han reemplazado la vegetación nativa. Además, algunas estimaciones gruesas obtenidas de información oficial apuntan a que las exportaciones de los cultivos dependientes de polinizadores representarían una ganancia anual de alrededor de 3.500 millones de dólares.

Sin embargo, el modelo agrícola chileno también fomenta la pérdida de polinizadores, aunque el vacío de información es tal, que no permite dimensionar a cabalidad todos sus efectos.

Para Lorena Vieli, autora principal del estudio y académica de la Universidad de La Frontera, es fundamental el proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP) y lleva más de 10 años en tramitación. “Podríamos hacer leyes específicas para los polinizadores, pero al final necesitamos conservar toda la biodiversidad en Chile, y en este momento eso no está en manos de ningún ente que pueda hacer valer eso. Sin lo anterior es muy difícil, porque no tenemos suficiente argumento para parar las importaciones de Bombus terrestris en Chile”, dijo en un comunicado.

También existen otras medidas, como promover paisajes agrícolas diversos, a través de alternativas como la agroecología, agricultura biodinámica, intensificación ecológica, entre otras. Conservar sectores de flora nativa, intercalar distintos tipos de cultivo y usar plantas con flores como “imán” pueden atraer y mantener a una mayor variedad de polinizadores.

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De esa manera, se puede pasar de tierras productivas empobrecidas que se convierten en “desiertos biológicos” (como los monocultivos) a campos más variados, heterogéneos y resilientes. Francisco Fontúrbel, profesor asociado de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV),  destaca que “las abejas y moscas son de los polinizadores nativos más relevantes, y generalmente están asociadas a los remanentes de vegetación natural que quedan cerca de los cultivos”.

En sintonía con lo anterior, es clave considerar el aporte de los polinizadores nativos a los cultivos agrícolas y no sobrevalorar a los polinizadores exóticos (manejados), como la abeja melífera (Apis mellifera) y el abejorro europeo. “Hay evidencia de colegas de Argentina, por ejemplo, que muestran que mucha presencia del abejorro europeo es perjudicial, y que un exceso de polinizadores genera daños en las flores, bajando el rendimiento”, señaló Fontúrbel.

Si bien falta bastante información al respecto en Chile, existe consenso de que los animales autóctonos pueden contribuir de distintas maneras a mejorar la eficiencia de la polinización, ya sea por una mayor tasa de visitas, aumento de transferencia de polen, entre otros. Esto no es menor si consideramos que nuestro país alberga alrededor de 464 especies de abejas nativas, de las cuales el 70% son exclusivas de este territorio. Se suman al menos 132 especies descritas de sírfidos (moscas florícolas) que han sido poco estudiadas y cuyo número sería mucho mayor, sin contar a otros tipos de organismos que cumplen la función polinizadora, como las mariposas, escarabajos, aves, entre otros.

Por otro lado, una de las tareas más apremiantes es llenar las lagunas de información existentes, a través de un mayor apoyo y financiamiento a la investigación, programas de monitoreo e iniciativas de ciencia ciudadana en plataformas como iNaturalist. En Chile, la falta de evidencia sobre este tema es enorme, incluyendo los efectos de la acción humana y el conocimiento de especies (potenciales polinizadores) que no han sido descritas o “descubiertas” por la ciencia.

Vieli asegura que muchos agricultores son conscientes de los problemas actuales, pero que “muchas veces no saben qué hacer distinto, porque no tienen evidencia para cambiar su manejo”. En el fondo, ellos quieren conservar a polinizadores nativos como el abejorro colorado, pero no saben cómo empezar”.

Pero ningún cambio sería posible sin la madre de todas las batallas: la educación. Los investigadores recalcan que, para salvar a los polinizadores, es urgente conservar la biodiversidad en su totalidad, pues estos animales dependen de ella y de las relaciones que establecen con otras especies, como las plantas.

“La ecología es una forma de pensar holística, de mirar los fenómenos en cuanto a sus relaciones también. Si faltan polinizadores, no sirve colocar más polinizadores, no funciona así. Todo en la naturaleza está relacionado y funciona como red. Entonces, las relaciones e interacciones que representan los polinizadores deben ser cuidadas y visibilizadas”, puntualizó Vieli.

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