Los incendios forestales son un riesgo constante en el país y en temporadas pasadas han provocado grandes daños en ecosistemas. A pesar del  aumento de agua caída esta temporada, esto no sería suficiente para evitar grandes incendios.

Más de 100 profesionales, que representan al mundo científico, ONGs y organismos públicos, nos advierten la posibilidad que se registren “tormentas de fuego” en los alrededores de Santiago, Valparaíso, Viña del Mar, Rancagua y comunas aledañas. 

La sequía ha afectado los cultivos y vegetación nativa, la que incluso, aún no ha podido recuperarse de incendios anteriores. Esto generaría un riesgo extra, puesto que de ocurrir estos siniestros, esto sería cerca de las principales urbes y áreas agrícolas aledañas.

Un estudio de la Universidad de la Frontera, Universidad Austral de Chile y del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR) detalló que el bosque esclerófilo (compuesto por especies nativas con hojas duras y ásperas, que son adaptaciones de estas especies a climas semiráridos como los de Chile central) presente en las cordilleras de la Costa y los Andes, se han transformado en un “bosque café” o pardo demostrando que estas especies se estarían secando.

Frente a esto, los expertos plantean que “a pesar que no sabemos si todas las plantas que perdieron el verdor murieron, es urgente tomar acciones considerando el riesgo que tiene vivir cerca de grandes extensiones de biomasa seca, la cual es altamente inflamable. Esta alimentará las posibles calderas de tormentas de fuego, cuyas temperaturas pueden superar los 1.000°C. Tales incendios son imparables para cualquier sistema de contención”.

De esta manera, los profesionales afirman que con el aumento de la temperatura, baja humedad, vientos fuertes y la suma de la condición de los bosques, se genera un escenario que podría ser igual “o más desvatador que el de los megaincendios del 2017”.

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En concreto estas “tormentas de fuego” ocurren cuando los propios incendios generan condiciones favorables para su propagación y pueden avanzar con mayor rapidez y con alta energía. “Debido a que la masa de aire que está sobre el incendio se vuelve extremadamente caliente, esta puede generar nubes que a su vez causan vientos y relámpagos, transportando partículas y favoreciendo la propagación de las llamas”, explican los investigadores.

Entre los efectos que podrían generar en la población está la intoxicación por humo, golpes de calor, interrupción de vías de comunicación, abastecimiento de energía y pérdida de la producción agrícola.

¿Qué hacer?

Dado este escenario, los firmantes a esto sostienen 8 puntos necesarios a realizar:

1. Reconsiderar los pro y contras de reapertura de áreas protegidas nacionales y privadas, entre las regiones de Valparaíso a O’higgins durante la época de mayor riesgo de ocurrencia de incendios.

2. Reforzar tempranamente planes de prevención y coordinación con empresas de transmisión eléctricas y carreteras concesionadas, que crucen áreas rurales para minimizar el riesgo de incendios.

3. Activación y reforzamiento de un rápido plan de comunicación y educación a la ciudadanía, especialmente en zonas rurales e interfaz urbano-rural.

4. Activar protocolos de evacuación y áreas seguras para protegerse en caso de grandes incendios. Junto con educar a la población en todas las ciudades y poblados sobre cómo reaccionar ante el humo persistente.

5. Reforzar y promover la protección del bosque para disminuir el peligro y propagación del fuego, especialmente en las zonas de interfaz urbana-rural.

6. Desarrollar un plan de contingencia y los recursos para contener incendios desde su inicio.

7. Endurecer la prohibición, fiscalización y sanción de quemas agrícolas o cualquier actividad que implique el uso del fuego entre las regiones de Valparaíso a O’higgins.

8. Constituir una mesa político-técnica con actores públicos y privados, para analizar y trabajar coordinadamente en las estrategias necesarias para enfrentar el alto riesgo de incendio en dichas regiones, como también en respuesta temprana a los impactos de los incendios.

Respecto a estas, el académico de la U. de Chile, investigador del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad UC (CAPES) y vocero de este grupo de investigadores, Juan Ovalle, señaló a Desafío Tierra que de estas recomendaciones hay algunas que sí se pueden aplicar esta temporada, como la referida a las áreas protegidas, reforzamiento de planes de prevención y coordinación con empresas, el plan de comunicación y educación a la ciudadanía, la activación de protocolos de evacuación y endurecer las fiscalizaciones.

Según explicó Ovalle están trabajando en solicitar una audiencia con el ministerio de Agricultura y de Salud para presentar en detalle esta situación.

“Siendo realista y humilde, este paquete de recomendaciones y propuestas que entregará la Mesa Multisectorial por el Bosque Esclerófilo no viene a resolver el problema de los incendios forestales de alta severidad. Lo que sí puedo asegurar es que, a corto plazo, este esfuerzo transversal entre actores públicos y privados ayudará a mejorar la visibilidad de los potenciales riesgos. (…) A largo plazo, las ideas ayudarán a enriquecer la discusión durante el proceso de formulación de las políticas públicas que los organismos gubernamentales están desarrollando para mejorar la gestión del fuego”, finalizó el académico.

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Recuperación y cuidado del bosque esclerófilo

Según explicó el investigador de CAPES y vocero de de la Mesa sectorial por el Bosque Esclerófilo, Juan Ovalle, para lograr la recuperación de este se debe implementar un plan de evaluación y monitoreo en intervalos de tiempo de 1, 3, 5, 10 y 15 años posterior al incendio. Así se podrá conocer cómo ha sido la recuperación del ecosistema.

También se podrá asistir a aquellas especies que no se están recuperando y permite detectar si aparecen especies invasoras que podrían competir con las especies nativas que intentan restablecerse después del incendio. Otra forma de conocer el estado de estos, es mediante imágenes satelitales que entregan una estimación de la vegetación viva.

En tanto para la recuperación, esta dependerá del grado de daño que provocaron los incendios. Si fue bajo, la autorecuperación del bosque será rápida y económica. Por el contrario, si el daño es mayor, se requerirán acciones restaurativas costosas y de menor probabilidad de éxito, como la reforestación con especies nativas, control de erosión hídrica del suelo mediante construcción de fajas, terrazas de infiltración, camellones, uso de biosólidos, mulch, aplicación de hidrosiembre en suelos con alto potencial de erosión, entre otros.

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