A unos 10 mil años luz, dos agujeros negros supermasivos (es decir, que poseen miles de millones de veces la masa del Sol) se están acercando, en una inminente trayectoria de colisión y a una distancia equivalente a cincuenta veces el trayecto entre nuestra estrella más cercana y Plutón.

El sorprende hallazgo se denomina PKS 2131-021 y pertenece a una subclase de cuásares -agujeros negros supermasivos que están alimentándose de material proveniente de un disco que lo rodea- denominados blazares, en los que un “chorro de energía” apunta hacia nuestro planeta.

Gracias a los científicos del Instituto de Tecnología de California (Caltech), incluyendo investigadores de las Universidades de Chile y Concepción, descubrieron que el encuentro, estimado para unos 10 mil años más, será tan potente que provocará ondas gravitacionales a través del cosmos.

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Además, los datos que permitieron hacer este descubrimiento son parte del programa de monitoreo de blazares que fue desarrollado durante la tesis de doctorado en Caltech de Walter Max-Moerbeck, profesor asistente en el Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile e investigador del Centro de Astrofísica CATA.

“El diseño observacional, incluyendo la calibración de los datos y la programación automática de las observaciones fue desarrollado por mí hace más de una década. También participé en el desarrollo de los métodos de simulación que permiten estudiar la significancia estadística de estas señales”, comentó en un comunicado.

La evidencia proviene de observaciones que se han hecho durante 45 años. El movimiento de provoca cambios periódicos en el brillo del cuásar en la banda de radio, que han sido observados por cinco observatorios diferentes, incluyendo el Radio Observatorio de Owens Valley (OVRO) en California.

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“Los periodos de estas variaciones fueron determinadas usando varias técnicas, entre ellas la ‘transformada Wavelet’ que fue analizada por Philipe Vergara, estudiante del magíster en ciencias mención de Astronomía de la Universidad de Concepción. De este modo se puede determinar si el periodo es estable o presenta variaciones,” explicó Rodrigo Reeves profesor asociado del Departamento de Astronomía de la Universidad de Concepción y también investigador CATA.

La evidencia sugiere que la mayoría de las galaxias albergan agujeros negros enormes en sus centros, incluyendo nuestra Vía Láctea. Cuando dos galaxias se fusionan, sus agujeros negros se dirigen hacia el centro de la reciente galaxia y eventualmente también se fusionan para formar un solo agujero negro más masivo.

“Es muy emocionante ver que todavía se puede seguir haciendo descubrimientos inesperados cómo este. Es un gran privilegio ser parte de este equipo internacional que estoy seguro continuará sorprendiéndonos”, concluyó Max-Moerbeck.

La investigación fue publicada en The Astrophysical Journal Letters bajo el nombre de “La fenomenología imprevista del Blazar PKS 2131-021: un candidato de agujero negro supermasivo binario único”.

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