PBC J2333.9-2343 es una radiogalaxia gigante que muestra características peculiares cuando se observa a diferentes frecuencias del espectro electromagnético.

Durante años, la astrónoma chilena Lorena Hernández, investigadora del Instituto Milenio de Astrofísica MAS y Francesca Panessa, del Istituto di Astrofisica e Planetologia Spaziali (IAPS-INAF) de Italia, han observado a este cuerpo estelar que posee una actividad inusual en su interior que no se ha podido detectar con anterioridad.

Concepción artística de una galaxia activa, con dos chorros relativistas que emergen del núcleo. Fuente: Dana Berry (STScI)/Revista IAA.

En un nuevo estudio publicado en la prestigiosa revista Avisos mensuales de la Royal Astronomical Society (Universidad de Oxford), en base a observaciones obtenidas entre septiembre de 2018 y enero de 2019, descubrieron que en esta galaxia el chorro de partículas originado en las proximidades de su agujero supermasivo, conocido como jet, al ser acelerado a velocidades relativistas, cambia su dirección de forma drástica, pasando de estar en el plano del cielo, a estar apuntando hacia la Tierra.

Jet o “chorro relativista” se observa como una estructura con forma cónica lanzada a gran distancia por los agujeros negros y está compuesto por electrones y protones que se mueven a velocidades cercanas a la de la luz. Existe un 10% de galaxias que muestran actividad nuclear y al interior de esos, existe un 10% que tienen estos jets relativistas.

“Si la miramos en radiofrecuencia, no vemos la actividad nuclear, o sea el nuevo jet no lo vemos, por el hecho de que un jet está apuntando hacia nosotros entonces directamente no lo vemos” señaló Lorena Hernández a La Tercera.

El descubrimiento permitió que esta galaxia cambie su clasificación, de ser una radio galaxia a ser una bláza, es decir, cuando uno de esos dos jets apunta hacia nuestro planeta.

Un blázar es un fenómeno astronómico que posee una gran fuente de energía y uno de los más estudiados en el universo.

“No es algo evidente el observarlo, sino que tuvimos que buscar formas alternativas para probar que la hipótesis que nosotros teníamos que era que había un blázar dentro de esta galaxia era cierta”, dijo al medio de comunicación.

Para poder llegar a estos resultados,  las científicas se basaron en las observaciones del Radiotelescopio de Effelsberg (Max Planck Institute for Radio Astronomy) en Alemania, el instrumento SMARTS-1.3m, de la Universidad de Yale, con el que se observó en un mismo momento en el óptico y en el infrarrojo. Para observaciones en rayos X y en ultravioleta de forma simultánea se utilizaron datos obtenidos por Neil Gehrels Swift Observatory, de la Universidad de Penn State en EE.UU..

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