En el año 2018, en la aldea neolítica de Ba`ja, ubicada en el sur de Jordania y datada en torno al 7400-6800 a.C., se hizo un fascinante descubrimiento arqueológico. Se halló una tumba tipo cista meticulosamente construida, bajo múltiples capas de entierros, que reveló los restos de un niño de 8 años sepultado en posición fetal.

Lo más sorprendente fue lo que se encontró junto a los restos mortales del niño: un impresionante collar compuesto por más de 2.500 cuentas, delicadamente dispuestas en el pecho y el cuello del pequeño. Además, el collar estaba acompañado de un colgante de piedra perforada doble y un anillo de nácar exquisitamente grabado.

Los investigadores se percataron de que las cuentas se habían colocado de manera original en un adorno complejo, que a lo largo del tiempo se había deteriorado debido a la posición de entierro.

El objetivo principal del estudio fue reconstruir la composición original del collar con el fin de entender mejor su significado como una expresión simbólica de la cultura material de esa época. Los resultados superaron todas las expectativas, mostrando un impresionante collar de varias hileras con una estructura compleja y un atractivo diseño.

El análisis detallado del collar sugiere que fue confeccionado en Ba`ja, aunque algunas partes significativas estaban hechas de conchas y piedras exóticas, incluyendo ámbar fósil, un material nunca antes atestiguado en esta época.

Esta elección de materiales sugiere una red de intercambio y contacto con otras comunidades lejanas, lo que realza la importancia social del individuo al que perteneció este ornamento.

Más allá de su función simbólica y ornamental, se cree que el collar desempeñó un papel crucial en los rituales funerarios de la comunidad. Estos rituales se concebían como eventos públicos que reunían a familias, parientes y personas de otras aldeas, fortaleciendo los lazos sociales y la cohesión comunitaria.

Este descubrimiento permite comprender cómo la cultura material de la época tenía un papel integral en la vida y la muerte de las personas, materializando la memoria colectiva y los momentos compartidos de emociones y experiencias sociales. Además, el hallazgo subraya el alto estatus social del niño, mostrando cómo incluso en tiempos remotos, los objetos ornamentales y rituales funerarios tenían un significado más profundo en la sociedad.

La investigación completa fue publicada en la revista PLOS ONE.

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