Científicos del Centro de Sentidos Químicos Monell, organización dedicada a investigar sobre sabores, descubrieron un sexto sabor, además de los cuatros conocidos tradicionalmente, dulce, amargo, salado y ácido, y el umami, hallado hace décadas.

El descubrimiento fue un gen al que bautizaron como alka, que esconde las instrucciones para detectar la alcalinidad de una sustancia. De esta forma, las moscas utilizadas en la investigación eran capaces de distinguir alimentos con pH elevado, apartándolos de su dieta.

Sin embargo, es difícil saber si lo que tiene la mosca de fruta también lo tienen los humanos, ya que con el tiempo se ha perdido la capacidad natural de discernir cuáles son las sustancias tóxicas. Además, no se comparten los mismos receptores entre insectos y humanos.

¿Por qué es tan importante este hallazgo?

El pH, que significa potencial de hidrógeno, es una medida que determina el nivel de acidez o basicidad de una sustancia. Las sustancias alcalinas se encuentran en el extremo básico de la escala de pH.

Al estar en uno de los extremos de la escala, las sustancias alcalinas son nocivas para la vida, ya que pueden generar espasmos musculares, náuseas y entumecimiento.

Es sencillo para los humanos identificar los sabores ácidos al estar más familiarizados con ellos, pero no pasa lo mismo con el extremo de las bases donde se encuentran los alcalinos.

Por ello, es importante detectar tanto a los ácidos como a las bases que están presentes en los alimentos, ya que ello influye en las propiedades nutricionales o tóxicas que pueden llegar a tener.

¿En qué consistió el experimento?

Las moscas de fruta fueron modificadas genéticamente a través de tecnología CRISPR, la cual es utilizada para configurar sistemas de defensas en bacterias para evitar el ataque de virus.

Una parte del experimento fue exponer a un grupo de moscas modificadas y otras no modificadas a glucosa pura (dulce) y glucosa cáustica (alcalina).

Aquellas de forma natural no se acercaron a la sustancia alcalina, mientras que las otras con el gen alka bloqueado sí lo hicieron.

De acuerdo con el líder del equipo, el bioquímico Yali Zhang, este “trabajo ha zanjado la discusión sobre si existe el gusto por los alimentos alcalinos“. Este descubrimiento sienta las bases para investigaciones futuras sobre la sensación alcalinas en el resto de los animales.

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