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Si vamos a tomar una postura seria con respecto a los viajes espaciales largos, es esencial que aprendamos a arreglar heridas fuera del planeta; lo que ya no es un concepto lejano. 

Un cosmonauta a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS) fabricó -por primera vez- un cartílago humano bajo condiciones de microgravedad. 

Las bioimpresoras son capaces de producir tejido humano que ya existe en la Tierra, pero dependen de la gravedad y sus empujes para unir las células de los tejidos.

El ingenio tras el nuevo proceso es usar magnetismo como un reemplazo de la gravedad, al interior de la máquina ya mencionada.

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Con la ayuda del magnetismo, los efectos de la microgravedad y la aceleración pueden ser contrarrestados, por lo que los objetos (como las células del cartílago) pueden mantenerse estables para su ensamblaje. 

Y aunque las células en sí no son magnéticas, el fluído que las ensambla sí lo es y puede ser usado para manipular y  pegar el tejido deseado. 

Antes de la experimentación a bordo del ISS; los científicos desarrollaron modelos matemáticos y simulaciones computacionales para investigar la viabilidad del proceso, viendo cómo la microgravedad puede afectar la forma en que las células se organizan. 

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Luego, el equipo desarrolló unos esferoides basados en las células de cartílago humano, las cuales fueron enviadas hacia el ISS junto con un bio-ensamblador magnético. 

A bordo del ISS, el proceso de armado requirió el enfriamiento de los esferoides para liberarlos de su paquete de hidrogel, antes de que los pusieran en la máquina para lograr la forma deseada.

Los avances de esta investigación podrían conducir a la fabricación de tejidos biológicos y, en un futuro no muy lejano, la construcción de carne y fruta en viajes espaciales o incluso en marte. 

“Uno no debe proyectarse tanto al futuro para observar los planes de colonización marciana, o de viajes al espacio de largo tiempo; deberíamos experimentar hasta qué punto y en dónde podemos construir tejidos funcionales en el espacio y probarlos en ambientes extraterrestres”, concluyó Utkan Demirci, quien participó en la investigación, a ScienceAlert.

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