Salud de bacterias podría afectar respuesta frente al COVID-19 - (02:24)
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No tenemos idea de cómo lo hacen, sólo sabemos que es un don impresionante. Por décadas, la evidencia ha demostrado que muchos tipos de animales pueden sentir los campos magnéticos e incluso utilizarlos para ubicarse y navegar en el planeta. 

La misteriosa habilidad, llamada magnetorrecepción, es algo que ayuda a los animales a realizar largas migraciones, o incluso orientarse para volver a su hogar; un “sexto sentido” aparente en numerosas especies, ya sean emplumadas, peludas o con aletas. 

Los humanos también podríamos contar con la habilidad de percibir campos magnéticos, pero la evidencia es escasa incluso para explicar la percepción magnética de los animales. 

“La búsqueda de un mecanismo ha sido propuesta como una de las metas más grandes de la biología sensorial”, explica Robert Fitak, experto en genética de la Universidad de Florida Central, Estados UnidosScienceAlert

En un nuevo estudio, Fitak y sus coautores revisan la evidencia de una de las potenciales bases de la magnetorrecepción animal, a pesar de que por el momento la idea siga siendo una hipótesis. 

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La explicación más recurrente de por qué los animales serían capaces de detectar campos magnéticos podría involucrar 2 teorías centrales. Una se relacionaría a las criptocromas, un tipo de proteína que es sensible a la luz, y que se cree permitiría a ciertos tipos de animales a observar campos magnéticos. 

La segunda hipótesis es la magnetorrecepción basada en la magnetita, esta se explica a través de cúmulos de cristales de hierro al interior del cuerpo de los animales, los cuales les permitirían detectar campos magnéticos. 

Sin embargo, a pesar de toda la investigación, ninguna de estas respuestas ha sido completamente conclusiva. Fitak y sus compañeros proponen una nueva teoría: una brújula hecha de microbios. 

De acuerdo a los investigadores es posibles que los animales puedan sentir campos magnéticos simbióticamente a través de bacterias que viven en sus intestinos.

Específicamente, bacterias magnetotácticas (MTB por sus siglas en inglés), las cuales se orientan a través de líneas de campos magnéticos gracias a una cadena de estructuras imantadas al interior de sus cuerpos llamados magnetosomas. 

En un estudio publicado en 2017, el equipo de Fitak propuso que estos pequeños microbios magnéticos podrían ser lo que está detrás de la magnetorrecepción en los animales más grandes, a través de una relación beneficial mutua – pero la teoría fuertemente criticada por falta de evidencias. 

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Sin embargo, en una investigación nueva, los investigadores respondieron las interrogantes levantadas en primer lugar para así fortalecer su postura. Para hacerlo, apuntaron a un estudio de 2019 que habrían descubierto una simbiósis entre MTBs y protistas marinos microscópicos, los cuales habrían cambiado sus rutas por los pequeños pasajeros magnéticos al interior de sus cuerpos. 

Los investigadores aseguraron que esta evidencia es el “primer apoyo experimental conclusivo” de su hipótesis, la cual se suma a nuevos cuerpos de información que nos hacen cuestionar ¿nuestro sentido magnético es potenciado, o de plano conformado, por pequeñas brújulas biológicas en nuestro cuerpo?. 

Los hallazgos fueron reportados en Philosophical Transactions of the Royal Society B

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