Un grupo de científicos del Instituto Milenio de Oceanografía (IMO) comenzó hace algunas semanas un viaje a las profundidades de la corteza terrestre con el fin de descender a la Fosa de Atacama.

Esta nueva aventura tiene como objetivo detectar, cuantificar y comprender diversos procesos que tienen lugar en las profundidades oceánicas y aportar evidencia científica que podrá utilizarse para la observación del cambio climático e implementar un eventual sistema de alerta temprana de terremotos y tsunamis.

Hace una semana, el Dr. Osvaldo Ulloa y el Dr. Rubén Escribano se sumergieron a 8.062 metros de profundidad, convirtiéndose en los primeros humanos en llegar a las profundidades de la Fosa de Atacama.

Rubén Escibano y Osvaldo Ulloa. Créditos: Angela Posada

“Esta fue la aventura de mi vida y una cúspide en mi carrera como investigador en ciencias del mar“, dijo a BBC Mundo Ulloa, de 60 años, minutos después de esa inmersión y ya sobre el buque nodriza Pressure Drop.

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Luego de este histórico momento, surgieron dudas respecto a qué se puede encontrar bajo 8 mil metros de profundidad, es por esto que ambos contaron las principales particularidades de su gran viaje.

A borde de la esfera gris

El Dr. Ulloa señaló que mientras descendía en la esfera gris oscuro, le impresionó “la suavidad de la travesía, y el silencio, solo interrumpido por las comunicaciones con la superficie”. Es por ello que decidió poner una canción de Manuel García junto a Mon Laferte.

“Nos llamó la atención también la gran cantidad de holoturias, una especie de pepino marino que se ha hallado en otras fosas, pero que aquí estaban presentes con gran abundancia”, señaló Ulloa.

“Pero si hay algo que yo, como microbiólogo, quería en esta expedición, era encontrar tapices de colonias de microbios. Y por eso, verlos con mis propios ojos fue algo extraordinario, la confirmación por primera vez de su existencia en la Fosa de Atacama y a más de 8.000 metros”.

Rubén Escribano señaló que su experiencia fue igualmente intensa y destacó ver criaturas inesperadas para tales profundidades como corales de agua fría y una solitaria estrella de mar.

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También destacó la presencia de animales como gusanos poliquetos, crustáceos anfípodos y otros seres hadales que apenas hasta ahora se comenzarán a estudiar.

“Fue algo mágico, como descender sobre otro planeta y ver las estructuras construidas por estos seres. Imaginé que eran ciudades pequeñitas hechas por gusanos y crustáceos que hacen caminos en el sedimento”, señaló Escribano. |

Por otro lado, la expedición ayudó en la realización de mapas de alta resolución de varios techos de la fosa. Según lo señalado, son 5.900 kilómetros de extensión de una de las grietas más largas de las profundidades oceánicas que se encuentra donde nace la placa de Nazca.

“Hemos tenido un acceso único hacia dar un salto a la ciencia oceanográfica chilena, y confío en que este logro va a inspirar a las nuevas generaciones“, dijo Ulloa.

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