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Durante décadas, los arqueólogos han desenterrado fósiles de criaturas que interactúan con otras al momento de su muerte, desde que un depredador captura a su presa hasta un dinosaurio empollando sus huevos con embriones dentro.

En el caso de los fósiles de criaturas que estaban por ser devoradas los investigadores los llaman “pabulites”, que en latín significa sobras.

Ahora, un equipo de investigadores alemanes estudiaron una antigua pabulita de crustáceos que estaba a punto de ser consumida por una criatura parecida a un calamar, llamado belemnita.

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Los fósiles fueron descubiertos por un coleccionista aficionado que los encontró en una cantera en Alemania. Posterior a ello, un miembro del equipo de investigación se cruzó con la colección y organizó que el Museo Estatal de Historial Natural de Stuttgart comprara el fósil y finalmente el equipo comenzó a estudiarlo.

Los fósiles

El equipo describió que ambos especímenes (uno era una belemnita y el otro un crustáceo del género Proeryon) todavía se encontraban incrustados en el sedimento y poseía un cuerpo parecido a una langosta con garras largas y delgadas.

Crédito: Swiss Journal of Palaeontology

Debido a las excelentes condiciones en que se encontraba la belemnita, el equipo logró identificar que gran parte de su cuerpo fue arrancada por un depredador.

Por otro lado, el Proeryon se encontraba en malas condiciones, por lo que los investigadores creen que se encontraba en proceso de muda.

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Entonces, ¿qué ocurrió?

El equipo señaló que ambos fósiles datan de hace aproximadamente 180 millones de años.

Asimismo, tras analizar cuidadosamente el posicionamiento de los dos fósiles, concluyeron que la belemnita estaba en proceso de morder al crustáceo o quizá su piel ya se estaba desprendiendo. Mientras lo hacía, la belemnita fue mordida por un depredador más grande, posiblemente un tiburón antiguo.

La mordedura fue tan letal que la belemnita, con la piel del crustáceo aun en la boca, se hundió hasta el fondo del mar y murió.

Ilustración del posible escenario. Crédito: Swiss Journal of Palaeontology

El descubrimiento fue publicado en la revista Swiss Journal of Palaentology.

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